Indignación

La definición que nos ofrece el diccionario de la entrada ‘indignación’, dice lo siguiente: »Sentimiento vivo de desagrado y rechazo causado en alguien por algo que hiere su sentido de la justicia o de la moral«.

Hacia 2010 leí un librito de Stèphan Hessel que llevaba por título ‘Indignaos’. Me llamó la atención una frase, »tomad el relevo, indignaos«. El libro viene a decir que la indignación es la base de la acción, que hay que luchar. El luchó en la Resistencia francesa, sufrió el internamiento en dos campos de concentración nazis y estuvo presente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en la ONU. Ese tipo de lucha fue válida en su tiempo, hoy el mundo ha cambiado y el enemigo se nos muestra difuso y esquivo.

A raíz de la gran acogida del libro y de la popularidad que alcanzó, se generó el movimiento de los indignados, absorvidos y neutralizados seguidamente por los partidos políticos para estatalizar la protesta y conseguir cada uno su rédito en forma de votos.

Asistimos, ante la ceguera del común, a una indignación dirigida y controlada. El indignado de hoy es un resentido acrítico que desconoce el origen de las causas que crean su indignación. Las llamadas a la movilización se producen desde órganos del Estado, desde los partidos políticos. El pensamiento ha sido sustituido por los eslóganes y estos, van dirigidos al sentimiento, creador verdadero de su indignación.

Apelar al sentimiento de las turbas es tan viejo como el mundo y la historia es rica en este tipo de episodios. Es la hora de los pequeños Robespierre de las redes sociales, de la palabrería y del uso envilecido del lenguaje. ¿Cuanta de la chiquillería que grita ¡fascista! sabe lo que es el fascismo? Al indignado de hoy ya no le hace falta pensar, si siente, esa es la verdad. Sin mirar ni siquiera un poquito mas allá. He oído y leído a gentes que dicen ser de izquierda y grandes indignados, defender el nacionalismo. ¿Es esto posible siendo de izquierda? ¿Habrá algo que haya desencadenado mas guerras en Europa que el nacionalismo? ¿Como se puede defender la cobardía de Puigdemont cuando su amigo y protector es Theo Francken, líder del partido xenófobo y ultra derechista belga?